La jornada de ayer, lejos de ser el inicio de una nueva era, quedará para siempre como el día del esperpento más chabacano de los últimos tiempo, o al menos para los que sentimos el granotismo, lo de ayer es una más de los despropósitos, un digno final de año después de todo lo malo que nos ha traído el 08.
Lo ocurrido por la mañana ya lo sabéis todos, lo que ocurrió por la tarde es una más de los salientes. Con una hora de retraso comenzó la Asamblea, y para estupor de los presentes, con la asistencia del personaje más indigno de nuestra historia, Julio Romero. Contra todo pronóstico, el hombre mancha asistió, se sentó bajo la bandera granota a la que tanto ha desairado y empezó a recibir abucheos, gritos de indgno, voces de cárcel e insultos, y algún que otro força Athletic. Tomó la palabra y el timón, con voz de bobalicón y con manos de mantequilla, y empezó a patinar curva tras curva. Valentín Serrats, como portavoz del Sindicato de accionistas Minoritarios, le requirió una y otra vez datos sin respuesta, solicitó el documento de resolución del contrato de la supuesta venta de una parcela, que se recogió en el presupuesto de la pasada temporada, que obviamente no se enseñó e hizo reconocer a Romero que del préstamo que se solicitó a Ruralcaja de 4 millones, la mitad sirvieron para pagar pagarés, y de los 2 restantes, uno fue para pagar a empleados y el otro para Villarroel. Serrats zarandeó a Romero con peticiones insatisfechas que constarán en acta, y se fortaleció, si no lo estaba ya, como el personaje autorizado del Levantinismo que más está luchando por evitar que nadie se vaya de rositas.
Para asistir a la junta, había que presentarse con diez acciones. Las mías fueron delegadas al Sam, pero gracias a un granota de bandera que me prestó diez de las suyas (gracias Pau), asistí al bochorno, porque lo de ayer fue de república bananera, empezando por Romero, que aún asistiendo hizo mal. Para nosotros, si nunca vuelve por el Nou Estadi, mejor. Me sorprende que Romero lo haya tenido más fácil que Badiola en la Real Sociedad, y la diferencia es que a uno le robaron el ascenso y el otro se vendió como los indignos. No es que reclame el barullo, ni muchísimo menos, pero un personaje que ha marcado nuestra bandera con una mancha indeleble, ni se inmutó ante el estupor, no debería nunca más volver por nuestro templo. Yo creo que asistió a la Asamblea con tapones en los oídos, o que ya es inmune a la queja popularizada.
También en el día de ayer se consolidó un nombre de futuro para el levantinismo, el de Quico Catalán. El ex portavoz rechazó la presidencia con las condiciones que le ofrecían, aportar capital para luego comer de la tarta, y ser presidente sin los plenos poderes que le prometieron. Ahora tenemos un Levante comandado por gente ajena al fútbol, que no saben si el balón es redondo como dijo López Lara, que no son valencianos, y que han manifestado claramente que su propósito es comprar la deuda para ganar dinero. No se puede tener más desfachatez que la que tuvo López Lara, el hombre fuerte del nuevo presidente Jesús Serna, quien en la rueda de prensa anterior a la Asamblea reconoció cuál era el propósito de su arribada al Centenario club de nuestros amores. Que la virgen de los Desamparados nos ampare, porque la única manera de romper con el pasado era prescindir de cualquier militante del villarroelismo. Que me perdonen ellos, contra quienes no tengo nada, pero Santamaría, Navarro y Fenollosa no deberían formar parte de la nueva era. Si los manchegos querían contar con granotas dedicados, que los hay muchos, no deberían integrar en su staff a nadie del pasado. De lo contrario, no tendremos borrón y cuenta nueva.