25 noviembre 2008

09/09/09 La incertidumbre del Centenario


por José Vicente Peiró


Estamos a menos de trescientos días de la conmemoración más importante de la historia social levantinista: el centenario de su participación en campeonatos organizados por el estatus federativo valenciano. En la temporada 2009-2010 celebraremos los más de cien años de existencia de los dos equipos, Levante y Gimnástico, de cuya fusión surgió nuestro actual Levante U.D.
Sin embargo, sobre los alientos de la fiesta y de la memoria planea un fantasma que suele ser el mal de nuestro tiempo: la incertidumbre. En primer lugar, porque la situación económica impide venturas felices en el presente y el futuro, y todos somos conscientes de que nuestra existencia depende de una recalificación del estadio actual y aun así cubriríamos deudas a duras penas. Se deja por ello en manos del Ayuntamiento de Valencia y los políticos locales la existencia del club decano de la ciudad; un club que reúne a la disidencia futbolística que no desea -y es muy libre de hacerlo- formar parte de una familia valencianista víctima de sus propios “rebomboris” de la propaganda oficial incuestionable y de obligatorio precepto diario. Y es obvio que el Ayuntamiento, protegiendo los intereses levantinistas, no desea que el club siga en manos de quien tantas veces les ha engañado igual que a todos los aficionados porque ya sabemos dónde acabaría la plusvalía de la venta del actual estadio; cuanto menos sería despilfarrada en una telaraña de intereses de dudoso gusto, como ha pasado con la nada lejana recalificación de la zona terciaria, que dejarían ya definitivamente al club en el limbo de la desaparición: sin dinero y sin campo propio.
En segundo lugar, ahora resulta que Julio Romero dice que se marcha con Villarroel de su mano el 31 de diciembre. No confiamos demasiado en su palabra vistos los antecedentes y visto que tampoco ofrece un plan de destino del 50,01 de acciones que sigue en su poder y que prometió poner en manos del Ayuntamiento o de gente capaz de pilotar la nave levantinista. Pero esta vez no nos ha señalado un plazo de cumplimiento de diez o doce días, sino una fecha concreta, lo cual le pasará la factura correspondiente en el caso de que el 1 de enero todo permanezca como hasta ahora; factura que apenas le repercutirá dado el blindaje perfecto de su papel de escudo humano presidencial. No es éste el espacio adecuado para examinar las posibles causas de la estampida, pero sí sus consecuencias: si no sabemos quién mandará en este club el año que viene, ¿cómo vamos a comprometernos en la organización de actos del Centenario? ¿Quién nos garantiza que los acuerdos se vayan a cumplir y que las personas implicadas confíen en su realización para que así estén debidamente motivadas en la organización? Si a ello añadimos el deterioro institucional, con una Delegación de Peñas derrumbada por una deuda y porque en realidad ha caído en picado el número de peñistas por culpa del espectáculo deprimente de la temporada y el verano pasados, y el escepticismo generalizado del aficionado durante los partidos y entre semana, y una desmoralización colectiva supina, el panorama se plantea sombrío.
Muchas voces confían en la cantera a breve plazo. Pero resulta que ésta arrastra unos vicios difíciles de extirpar, con agentes favorecidos por el trato de los responsables de la escuela y con unos contratos donde es muy fácil marcharse a otro equipo, como le ha ocurrido a la perla Riau, con lo que cualquier jugador destacado a rentabilizar, como fueron Ballesteros, Juanfran o Vicente, posiblemente se marche a otro club nada más cumplir catorce o dieciséis años. ¿Para qué tener una cantera que no sacará más que medianías? Para eso mejor hacer convenios con otras entidades, como antiguamente. Y sin contar que llevar a Buñol a un niño tres veces a la semana es un disparate si es un buen estudiante. ¿Pero quién es una persona presentable dentro del Consejo para atraer a los Parreta, Torre Levante o Fuensatina a nuestra órbita? ¿Quién ofrece credibilidad? Desde luego que el Levante institución no, y yo nunca llevaría a mi hijo a una cantera tan mal organizada.
Y en último lugar, y es lo peor, viendo el partido Levante – Celta uno descubre un equipo roto; un cuadro endeble al que es muy fácil ganar en cuanto se le presiona un poco más de la cuenta. Estamos antes un equipo sin confianza y con una mentalidad endeble. Eso conlleva la aparición del miedo escénico y está demostrado que Luis García no está sabiendo reconducir la situación. Se aprecia que los fichajes tienen muchos zurcidos y muchos rotos y hay posiciones por cubrir para un sistema como el de Luis García. Era imposible hacer un equipo completo sin dinero en el mes de agosto. El progresivo deterioro institucional empieza a ser acompañado por una situación deportiva que, de forma sorprendente, ha pasado en poco más de un mes de lo positivo a lo negativo, de la euforia al fracaso. El empecinamiento del entrenador en utilizar unas armas que son de feria más que de caza está provocando un nerviosismo que no viene a cuento y el equipo se resiente. Lo más triste es que se resiente más cuando va ganando y eso es signo de debilidad mental y de falta de respeto hacia uno mismo; una carencia de autoestima individual y colectiva provocada por declaraciones conformistas que sólo exigen al jugador convertirse en un burócrata de la permanencia en Segunda División sin más ambición.
Ante estas circunstancias, parece que sólo quepa rezar o creer en la calidad del equipo femenino. O que venga alguien con sentido común, porque con dinero lo dudo. Así que no sólo hay que apostar por un Centenario austero, donde el ingenio y las ideas suplan al materialismo: primero habrá que conseguir eliminar la incertidumbre existente para que, al menos, podamos pensar en que el Levante no morirá. O que no tengamos que ocuparnos en crear un nuevo club de fútbol en la ciudad de Valencia en lugar de organizar la celebración de nuestro decanato durante un siglo.



5 comentarios:

Anónimo dijo...

a lo peor a nuestras instituciones les interesa que desaparezcamos asi quedaria pionero el xotencia club de futbol

Anónimo dijo...

Te aseguro que las autoridades nos apoyan el trabajo del Centenario. Pero a los aficionados, no al Consejo.
A las reuniones con las autoridades hay que ir preparado: no mintiéndoles o sin ideas claras. Nuestros consejos no han sabido tratar con ellos.

Anónimo dijo...

no pongo en duda vuestra dedicacion y compromiso,y me alegro de que las autoridades nos apoyen,ciertamente me demuestras que haciendo las cosas con sentido comun y amor a nuestro levante va todo mejor,pero claro eso no se lo podemos a pedir al consejo.saludos lorant

Anónimo dijo...

Lorant magnifico tu artículo. En pocas palabras ha descrito el patetico solar lleno de ripios que (ojalá) recojan en un futuro personas que se guien por el criterio y la sensatez. Yo empiezo a dudarlo.

Porque el 31 de diciembre? Ha permanecido el parapeto como un simple pretexto para controlar las maniobras subterfugicas de algun incontrolado y que ello sesgue el problema hacia su padrino...? O hay detalles que se nos escapan?

Anónimo dijo...

Muchos ánimos para ese entrañable club de Valencia.
A ver si todo va como debe ir y las instituciones os dejan de "maltratar".

http://miscosotas.blogspot.com